Ética y Buenas Prácticas
Podriamos definir Buenas Prácticas en Atención a Personas con Alzheimer, aquellas que van acordes con el nivel de conocimiento científico-técnico, en una estructura de Asociacionismo donde la humanización, el apoyo y el cariño son el hilo conductor. Respondiendo a necesidades sociales y como siempre adecuandonos al nivel socioeconómico disponible. En un servicio Público de Salud hay que tener una dimensión universal y de justicia social. Todo ello en un contexto ético de respeto a las personas diagnosticadas de Alzheimer y a sus cuidador@s. A. López
sábado, 12 de noviembre de 2011
Hábitos de vida y Salud Mental
El aumento de la prevalencia de las enfermedades neurodegenerativas, especialmente Alzheimer y Parkinson, enfatiza la importancia de identificar los factores de riesgo que prevengan el deterioro cognitivo y retrasen el comienzo de la demencia. Así, la adopción de estrategias de prevención puede ayudar a reducir su prevalencia.
Una revisión sistemática de todos los estudios científicos publicados disponibles ha concluido que la practica de actividad física regular, por los mayores, de más de 2-3 veces por semana, de unas 2,5 h. semanales de ejercicio moderado o de 1 h. semanal de ejercicio vigoroso, disminuye de forma muy significativa el riesgo de demencia senil. Incluso un paseo ligero de 1,5 h. semanales produce algún beneficio cognitivo. Asimismo, ha señalado que la inactividad física aumenta dos veces el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y de demencia en general. Por otra parte, se ha observado que un nivel de actividad física bajo en un periodo largo (11 años) se asocia con un riesgo aumentado de deterioro de la inteligencia.
Otros estudios publicados recientemente por Vercambre et al. y por Middleton et al. indican que las mujeres con una menor actividad física experimentan el mayor grado de deterioro cognitivo y que las mujeres mayores, con riesgos más elevados de enfermedad cardiovascular, son las que desarrollan un mayor descenso del rendimiento cognitivo.
Por otro lado, varios estudios demuestran que el consumo moderado de vino (definido como máximo 3 raciones de unos 100 ml al día y de 1 a 20 por semana) presenta beneficios para la salud mental, aunque estos efectos solo ocurren en quienes presentan un mayor riesgo genético, de sufrir enfermedad de Alzheimer. No obstante, han señalado que el consumo elevado de alcohol aumenta el riesgo de deterioro cognitivo.
Además el sobrepaso y la obesidad aumentan el riesgo de demencia de forma lineal. Asimismo, numerosos estudios han demostrado los efectos de varios nutrientes sobre la función cognitiva; la dieta mediterranea, en particular, el consumo, regular de vegetales y de pescado rico en ácidos grasos omega-3 se asocia a un menor riesgo de demencia. Por el contrario, un aumento del consumo de grasas saturadas se asocian a un riesgo aumentado de deterioro cognitivo.
En definitiva, se puede concluir que la adquisición de hábitos de vida saludables en etapas tempranas de la vida, incluido el ejercicio físico habitual y una dieta variada, energéticamente equilibrada y con una distribución de nutrientes apropiada, como la dieta mediterranea, puede ayudar a mejorar nuestra salud mental.
Prof Ángel Gil Hernández
Para consultar las referencias bibliográficas completas sobre este articulo: www.cocacola.es/conocecocacola/comunicacioncientifica
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