Casi todo lo malo tiene escondido una esperanza que nos puede llevar a encontrar lo bueno. El Alzheimer también?.
Esa esperanza, sin embargo, raramente se convierte en solución para algo que ya está en marcha. La enfermedad de Alzheimer cuando asoma ya es incontrolable. Es una enfermedad para la que no hay medicinas. No hay tratamiento curativo. Aquello rueda cuesta abajo, aceleradamente, sin nadie, ni nada, que pueda pararlo.
Más es antes de que aparezca la enfermedad cuando hay que actuar y abrazarse a la esperanza de lo bueno. Y en eso se basa la medicina preventiva.
Pero lo que acabo de decir no es nuevo.
Y es curioso que la Ciencia y la Neurociencia en particular, más de 400 años después están de acuerdo que comer poco pero con gusto y placer, es un instrumento con el que no solo se puede ralentizar el proceso de envejecimiento del cerebro y el progreso de las enfermedades neurodegenerativas en general, sino una herramienta para prevenir las demencias y lograr una reducción muy significativa en la aparición de tumores, cánceres y enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
Es más, hoy conocemos ya parte importante de los mecanismos celulares, moleculares y genéticos a través de los cuales estos beneficios se producen en el organismo y particularmente los que refieren al funcionamiento del cerebro y los procesos de aprendizaje y memoria.
También es señalado los beneficios sobre el cerebro y sobre la propia enfermedad de Alzheimer del ejercicio físico aeróbico tanto en sí mismo, como indirectamente a través de sus efectos sobre la reducción de las acciones deletéreas de una vida de estrés.
Pero esto solo no era suficiente. Ya que, por las características muy especiales de ese órgano que llamamos cerebro, se debía también acompañar de ejercicios intelectuales, mentales y sociales todos los días. Es más, propongo también aprender un idioma nuevo, añadiendo, si posible, el aprendizaje de la música. Y todo ello, si se acompaña de una buena alimentación equilibrada, rica en vegetales, fruta fresca y frutos secos, según la literatura científica, debiera producir efectos beneficiosos, preventivos y sobre todo apuntando al retraso de la aparición de la Enfermedad de Alzheimer.
Pues bien, lo nuevo es, que todos estos efectos, estudiados individualmente hasta ahora, parecen ser convergentes en sus mecanismos moleculares en el cerebro. Datos científicos recientes, de ahora mismo, indican que todos estos estímulos actúan a través de una cascada de sustancias químicas muy similares que potencian entre sí sus efectos cuando se practican juntos. De ello se deduce que, supuesto que ya se haga ejercicio físico aeróbico y llegado ese momento de los 50 años, habría que añadir la reducción de la ingesta de alimentos y cambio en la dieta y desde luego incorporar el ejercicio mental. En otras palabras, comenzar a realizar tareas añadidas al trabajo cotidiano que debieran resultar placenteras. Y con ello romper con la rutina acomodaticia diaria y cada día hacer cosas nuevas, es decir, comenzar con un nuevo estilo de vida.
La cultura en que vivimos está cambiando y con ello se imponen, en las nuevas generaciones, nuevos estilos de vida. Debemos pues cambiar hábitos a la luz de los nuevos conocimientos científicos si queremos adaptarnos a esa nueva cultura y vivir con menos enfermedades. Lo cierto es que hoy estamos asistiendo a un fenómeno nunca visto antes en las sociedades humanas. Y es el progresivo aumento de la esperanza de vida, al menos en el mundo occidental. Si las previsiones estadísticas más recientes se van cumpliendo, de no cambiar los estilos de vida como acabo de indicar, se nos avecina una epidemia global de deterioro cognitivo y demencias en la población que va en progreso y con repercusiones de gasto social incalculables. De hecho ya hay estudios indicando que las demencias (Enfermedad de Alzheimer) podrían triplicarse en los próximos 40 años pasando de los 44 millones de afectados que existen actualmente en el mundo, a 135 millones.
Solo retrasando la aparición de algunas de las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer cinco años podría reducir a la mitad el número de personas que mueran con esta enfermedad, lo que tendría un impacto significativo en la vida de millones de personas.
Con el aumento acelerado de esta expectativa de vida el problema humano y económico que se nos avecina parece dramático. Se impone una nueva política activa que llegue y alerte a la población a través de una medicina preventiva, y esta es, sin duda de ningún tipo, la que conlleva un cambio en los estilos de vida de la gente.
Todos podemos contribuir a ello. Y un buen momento para comenzar podría ser este nuevo año 2014.