Los científicos no dejan de buscar el modo de combatir al Alzheimer. Desde hace décadas, tratan de desentrañar las claves de esta enfermedad neurodegenerativa que borra la mente de quien la sufre. Y eso supone localizar tanto a los culpables del trastorno, como a sus inductores, los agentes que favorecen su aparición.
Aunque sus datos aún son preliminares, una investigación acaba de señalar a uno de estos posibles 'colaboradores' del Alzheimer. Según su trabajo, el cobre, un mineral presente en múltiples alimentos y clave para el desarrollo de distintos procesos fisiológicos, podría ser un importante 'ayudante' de la enfermedad ya que su acumulación en el cerebro favorece la consolidación de las placas características de la enfermedad.
"A lo largo del tiempo, el efecto acumulativo del cobre daña los sistemas por los cuales el cerebro puede retirar la proteína beta amiloide [...]. Y este daño es uno de los factores clave que hacen que la proteína se acumule en el cerebro ", explican en una nota de prensa los autores del trabajo, miembros de la Universidad de Rochester (EEUU).
Tal y como apuntan, mediante su acumulación, el cobre es capaz de 'romper' barrera hematoencefálica -la frontera que controla el paso entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso central impidiendo el acceso de muchos tóxicos-, lo que abre el camino a la enfermedad.
A través de distintos experimentos en ratones y células humanas, los investigadores destaparon distintos mecanismos moleculares que ligan al cobre con el desarrollo del trastorno.
Según explican en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), estos científicos sometieron a varios animales a una dosis pequeña de cobre [equivalente a la que habitualmente se ingiere a través del agua y la dieta] durante tres meses. A lo largo del experimento, observaron que el cobre se iba acumulando en los vasos que riegan el cerebro, especialmente en las paredes celulares de los capilares, cuyo papel es fundamental en la comunicación con el cerebro.
Esta acumulación iba produciendo un efecto tóxico significativo e impedía la función habitual de una lipoproteína denominada LRP1, que es clave para 'limpiar' el cerebro de proteína beta amiloide.
Al avanzar un paso más en la investigación y comprobar los efectos del cobre en animales diseñados para padecer la enfermedad, los investigadores observaron que en estos casos la barrera hematoencefálica de los ejemplares se había debilitado, lo que favorecía el paso de tóxicos al cerebro. Además, el cobre parecía tanto incrementar la presencia de la proteína beta amiloide como impedir su adecuada eliminación.
En su trabajo, los investigadores reconocen que aún es pronto para sacar conclusiones definitivas sobre el papel que desempeña el cobre en el desarrollo del Alzheimer. Por otro lado, recuerdan que el cobre es un componente fundamental en la alimentación. "La clave sería encontrar el equilibro adecuado entre muy poco y demasiado consumo de cobre", señalan. "A día de hoy no podemos decir cuál es el nivel correcto, pero creemos que la dieta podría tener un rol importante en la regulación del proceso", concluyen.
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