Cuando se habla de Alzheimer invariablemente se asocia con la pérdida de memoria y menos con los graves deterioros del comportamiento y daños mentales progresivos.
Una pregunta que oigo con frecuencia en charlas con familiares de enfermos es como poder determinar si los cambios que observamos son “normales”, dentro de un proceso de envejecimiento natural, o se deben a que
1. Es completamente normal que, en algún momento, cualquier persona pueda sufrir un despiste: el olvido de una fecha o una entrega, el nombre de un conocido o donde hemos dejado unas llaves. Cuando estos olvidos se convierten en frecuentes y afectan al desarrollo de nuestras tareas habituales debemos empezar a darles importancia.
2. El exceso de ocupaciones puede producir el olvido de un teléfono o dejar encendida la cocina, pero debemos consultar con un especialista si observamos distracciones u olvidos referidos a actividades frecuentes, por ejemplo: hemos pasado unas horas preparando una comida, un plan o un viaje y no somos capaces de recordar para que lo hacíamos.
3. Es posible despistarnos en un momento dado, olvidar la fecha en que estamos o para que hemos entrado en un lugar, pero empezará a ser preocupante si no se es capaz de reconocer la propia calle o nos sentimos perdidos sin saber donde estamos o como hemos legado hasta allí. El Alzheimer produce mucha desorientación espacial y temporal.
4. Si observamos problemas con los números o las palabras también es aconsejable prestar atención y buscar ayuda profesional. No se trata del típico olvido o de “tener algo en la punta de la lengua”, sino de no poder recordar palabras comunes y cambiarlas por otras inapropiadas, o de tener serios problemas para realizar cuentas sencillas o reconocer números y cifras.
5. Igualmente si vemos, en nosotros mismos o en otros, problemas graves con el desorden. No se trata de “¿Dónde habré dejado mis gafas?”, sino de guardar cosas en lugares inadecuados y ser incapaz de recordar haberlo hecho, puede ser ropa en un frigorífico o pan en la lavadora…
6. El Alzheimer produce un efecto negativo importante sobre la capacidad de juicio. Esto se puede aplicar a cualquier actividad pero resulta especialmente llamativo en lo relativo a la indumentaria: puede usarse ropa de invierno en pleno verano o viceversa, o insistir en llevar siempre lo mismo. Si observamos este comportamiento será conveniente estar atentos a otras señales y tomar medidas. Cuanto antes se busca ayuda mucho mejor para el enfermo.
7. Y finalmente es importante analizar los cambios de humor. No los que pueden formar parte del carácter de cualquiera, sino los que no se deben a una causa y surgen de forma repentina. Podemos ver prontos de furia en personas tranquilas habitualmente, o como alguien amable se convierte en agresivo y desconfiado, podemos observar desinterés en las relaciones sociales o episodios de celos…si es así será momento de buscar la opinión de un especialista.
Por supuesto cualquiera de estas “señales” no indica necesariamente que haya un Alzheimer detrás, pero sí que algo no está funcionando bien.
Y no me canso de repetir lo importante que es tener atención especializada lo antes posible, si es que existe la enfermedad, es la mejor manera de frenar el deterioro y prolongar las fases iniciales en las que todavía hay una buena calidad de vida.
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