· UGT pagó cenas con barra libre con dinero para formación de desempleados
El escándalo de las facturas falsas de UGT Andalucía, que ya se ha cobrado un secretario regional del sindicato y suma 14 detenciones, lo destapó EL MUNDO a finales de julio del año pasado, cuando denunció los anuncios publicados en El País y la Cadena Ser de la campaña Así no, convocando a la huelga general de 2010 contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se cargaron a un curso de formación dirigido a especializar a desempleados en el cuidado de enfermos de Alzheimer.
Las irregularidades documentadas después por este diario han sido abrumadoras, cuantitativa y cualitativamente. Por ejemplo, lascenas con barra libre celebradas durante los peores años de la crisis económica y que se cargaban a ayudas otorgadas por la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía para la negociación colectiva. Unas fiestas que negó UGT-A (las denominaba "copas institucionales de trabajo") hasta que se publicaron las evidencias gráficas del bailoteo nocturno -copa en mano- de un dirigente.
El escándalo tocó techo cuando EL MUNDO reveló los 700 maletines de Salvador Bachiller falsificados en Asia por orden expresa de la dirección andaluza 'ugetista' para agasajar a los delegados que en 2009 votaron en el IX Congreso Regional por la continuidad deManuel Pastrana como líder del sindicato. Su sucesor en el cargo,Francisco Fernández Sevilla, se vio abocado a la dimisión cuando la Junta reconoció la magnitud multimillonaria del fraude.
Lo que evidenció este diario en su investigación es todo unmecanismo irregular de sobrefinanciación sindical con cargo al contribuyente, ideado para saltarse cuantos controles de fiscalización quieran hacerse a posteriori en instancias autonómicas, nacionales o europeas sobre las multimillonarias ayudas públicas otorgadas.
El desvío de fondos se ha realizado por varias vías. El método más sencillo consistía en pedir a una empresa contratada por el sindicato que le emitiera la factura con cargo a un programa subvencionado eliminando cualquier referencia al bien adquirido o el servicio prestado que evidenciaría el mal uso del dinero público. Proveedores del sindicato han asegurado que recibían advertencias de que era el único modo de cobrar las facturas.
Proveedores habituales
Cuando quien emitía la factura de UGT era un proveedor habitual, los responsables del sindicato le exigían rápeles o descuentos en porcentajes que, en algunos casos, llegaron hasta el 20%. El problema es que esos rápeles se convertían en mordidas si se efectuaban sobre facturas pagadas íntegramente con fondos de subvenciones que deberían destinarse también en su integridad al fin para el que se concedían, que no era la financiación de la estructura sindical.
A las empresas que más facturaban a UGT se les pedían recibos con cargo al bote. Para cerrar ejercicios presupuestarios, se acordaba la emisión de facturas infladas o directamente falsas con las que terminar de 'rebañar' las ayudas públicas en beneficio directo del sindicato. Como en el caso de los rápeles, la gestión de los famosos botes se sofisticó hasta el punto de incorporarse al propio sistema informático de la contabilidad interna de UGT-A.
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